30 nov 2011

Colores deliciosos!


Algunas veces durante mi estancia en San Felipe Otlaltepec he procurado madrugar y salir al encuentro de los primeros colores del nuevo día, es altamente recomendable salir antes de las 5:30 de la mañana sobre todo si viven lejos del cerro y para no apresurar el paso, una vez que lleguen a buena altura tendrán tiempo para ver las estrellas y, si corren con suerte, también la via láctea, pero eso dependerá de que tan despejado se encuentre el cielo de la mañana.


Después de unos minutos de descanso y haber relajado los músculos y reducido el sonido de la respiración podrán disfrutar también los sonidos de San Felipe Otlaltepec, cantos de aves, grillos, el susurro del viento y hasta ladridos de perros, ruido de máquinas y motores, preludio de que el pueblo ha despertado, un sin fin de sentimientos y sensaciones que bien valen la pena madrugarse.



Allí en ese lugar tan apacible con esa vista tan privilegiada pude saborear los colores de la mañana, me detuve a contemplar el portentoso escenario que el Popocatepetl y su eterna compañera iztaccihuatl exhiben de manera desmesurada allá en el horizonte, el frío se deja sentir uno debe tener cierto cuidado con el rocío para no mojarse la ropa, teniendo como testigo a esa pareja de inmortales en la distancia proseguí mi camino hacía la cima del cerro, después de algunas horas me detuve para descansar, la verdad es que nuestra comunidad tiene parajes interesantes, así que no os quedéis a dormir hasta al medio día, eso queda para la ciudad, donde el humo y el ruido de los automóviles nos privan de esta gracia.


Una vez instalado en el lugar tomé algunas fotografías que aquí muestro, y por si eso fuera poco también he captado algo de audio que presento a continuación, espero que lo disfruten..


¿ Alguien entre los lectores ha tenido esta misma experiencia?, no dudo que así sea, pues bien, ahora es el turno de ustedes compartir en los comentarios su propia aventura!

6 nov 2011

Cambios!

No es raro encontrarnos con esos comentarios que hacen referencia a los cambios que ha tenido nuestra comunidad, es claro que las cosas han cambiado, pero no del todo, solo en algunos aspectos y en algunos de estos es tanto como para lamentarse, déjenme contarles porque lo veo así. En los tiempos de nuestros padres y abuelos las cosas eran diferentes, tal vez no había dinero, pero la gente no dependía mucho de la economía, los hombres y las mujeres trabajaban la tierra y la cosecha era abundante, los tiempos eran buenos y la tierra proveía, el clima era cabal, llovía cuando tenía que llover... ¿alguien llegó a ver las siembras de trigo?, hace mucho que no veo ninguna, y que hay de los riegos, eran casi el paraíso, muchas familias de la época poseían extensas tierras, espacios muy cotizados y muy visitados por muchos, había abundante agua lo que permitía cultivar casi cualquier cosa y en cualquier época del año.


 Fui testigo de varias colmeneras instaladas en el mismo patio de la casa, más de veinte en un año, a finales de octubre, antes de la fecha en que se recuerda a los muertos era imposible acercarse a uno de estos cajones, pues las abejas estaban alborotadas por el robo de la miel, el trabajo de todo un año, nada de comprar cosas para la ofrenda, sucedía pero muy rara vez, la miel y la fruta eran cultivadas no compradas, incluso el incienso era extraída del copal, un árbol que aun existe, las velas y los cirios eran fabricados en casa con la misma cera de las pencas de miel, las flores de cempasúchil se cultivaban en nuestros campos y ni hablar de los platillos que las mujeres preparaban con tanta dedicación para la ofrenda de muertos, una verdadera delicia, algunas veces, pude arreglármelas para robar dulces de aquella inmensa ofrenda, pero, ¿quien no lo hizo de niño?.



 Tienen razón, todo era muy diferente, lejano a nuestra realidad, es cierto que hubo un cambio sustancial, es cierto que las cosas ya no son iguales, hemos cambiado y al cambiar hemos transformado nuestro entorno, nuestra comunidad no volverá a ser la misma. Algunos dicen que el agua se acabó, que el clima cambió, que la tierra perdió sus propiedades, en fin, argumentos parecidos, pero muy pocos aceptan una teoría que me convence cada día más, un hecho que quizás sea responsable directo de algunos cambios y ésta es; la migración.


 Si miramos 30 años atrás, nuestra comunidad no era diferente a lo que seguramente fue al comienzo del siglo pasado, pero si hacemos la misma comparación a partir de los años setenta hacía dos mil el cambio fue sustancial, en solo tres décadas nuestra comunidad sufrió un cambio nunca antes visto debido a las innovaciones tecnológicas de la época que ayudaron de alguna manera al perfeccionamiento del transporte y surge el interés principalmente de los jóvenes de explorar más allá de lo que les rodea, la ciudad se vuelve ahora un sueño que ya es posible alcanzar, y no tardan en averiguarlo. 

Así comienza una nueva etapa que traería consigo una alteración directa hacía nuestra vida de comunidad, nuestras costumbres e incluso hacía nuestro propio idioma. En este periodo el decaimiento del popoloca, nuestra lengua de origen cae de manera notable, la reforma del neo liberalismo a partir de los ochenta genera cambios inminentes hacía nuestras culturas, efectos que aun continúan hasta nuestros días. No pusimos resistencia, al contrario, el cambio parecía seductor, no titubeamos en lanzarnos hacía la nueva propuesta, que nosotros inconscientemente llamamos "progreso" que a largo plazo se convertiría en un asunto antagónico para aquello que alguna vez fuera nuestra esencia como pueblo y cultura.


 La tierra no cambió, el agua nunca se acabó, ¿entonces?, No quiero pensar que nos convertimos en haraganes, pero la verdad es que eso tampoco ocurrió, ciertamente al iniciarse la migración la gente optó por cambiar el arado, dejando atrás su tierra para emplearse ahora en cualquier tarea que le fuera remunerado monetariamente, decidimos comprar los vegetales en vez de producirlos, y así pasó con muchas otras cosas, la tierra necesita cuidado especial para lograr una buena cosecha, pasa lo mismo con el agua y otras cosas que provee la naturaleza y cuando éstas no son atendidas adecuadamente ocurren cambios, las cosas no se mantienen por si solas, requieren atención, algo que nuestros antepasados lo tenían claro. Lo cierto es que ahora, hablar del pasado de nuestra comunidad, de nuestras costumbres, de nuestro idioma, genera un sentimiento de nostalgia porque el futuro es inminente, claro que el futuro no es un asunto malo precisamente, pero es esta migración la culpable que las ciudades crezcan generando problemas de sobrepoblación mientras que nuestras comunidades se transforman en pueblos fantasmas, este es un hecho real que sigue ocurriendo, nadie puede evitarlo.


 Nuestras raíces continúan vigentes, aunque se desvanece con los años, no a muchos parece preocuparles, convencen mejor la nuevas costumbres, los nuevos hábitos, la nueva moda, queremos estar al día con las nuevas tecnologías, una mutación imparable, cambiamos como el resto del mundo.


 Algún día, aquellos que nos sigan pensarán lo que ahora pienso y quizás, añorarán las viejas prácticas y usanzas, no lo sé... quizá, seguirán vigentes solo en la memoria.